domingo, 19 de junio de 2011

Un lunes nubloso.

Ella, típica chica mona, pijita, simpática, pero con muy mala suerte para los hombres. Esta tenía en la cabeza la idea de que nunca iba a encontrar a un hombre que la quiera como ella quería a los otros.
Una mañana rutinal de lunes. Como siempre antes de ir al instituto iba al Starbucks a cogerse un cappuchino mocca con nata y birutitas de chocolate. Cuando de repente en la cola de la cafetería un chico la miró. Una sensación muy extraña corrió por el cuerpo de la joven muchacha. Era una mirada de deso pero ella, ingenua no lo entendía. Falta de experiencia. Ella dejo pasarlo. Cuando nada más salir con su café el chico de la mirada pasional se chocó "accidentalmente" con ella. Y sin que esta se diera cuenta, silenciosamente pusó un papel con su movil es su mochila rosa chicle.Tras unas disculpas mutuas se despidieron sin mayores sentimientos.
A la llegada al instituto tocaba Latín, ella sacó la agenda y cual fue su sorpresa que nada más sacarla una servilleta con algo escrito cayó de esta. Ella extrañada la miro y nada más leerlo una sonrisa fugaz apareció en su preciosa cara. Ilusionada lo llamó y quedaron.

Pasó mucho tiempo, mucho. Lo menos dos años. Y cual fue la sorpresa que esa niña triste que un lunes nublado entró a un Starbucks, con un simple tropezón, hizo que esa pareja tan inesperada se convierta en una envidia continua. Son como almas gemelas, son una naranja completa. Porque ella esta feliz.
Porque ella esta feliz con él.

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