martes, 27 de septiembre de 2011

Hay veces que el tiempo si perdona.

Era domingo por la mañana, sobre las 9 y media. Él se acababa de levantar y de repente su móvil comenzó a sonar. Era su amigo Ricardo. Este le propuso un viaje a Bilbao para acompañar a su hermana y a su amiga al aeropuerto  pasar allí el día. Pero lo que menos se esperaba era lo que saldría de ese inesperado viaje.
A las 11 el timbre empezó a sonar, era Ricardo y estaba esperándole abajo con sus dos acompañantes. Óscar, así se llamaba el protagonista de mi historia, subió en el coche y se presento a las dos chicas. Una le llamo especialmente la atención por su belleza pero no quiso hacer amagos de su atracción por ella. Cuando llegaron al aeropuerto ellas dos se fueron rumbo a Ámsterdam. Pero él se quedó con más ganas de ella. El día transcurrió normal. Y por la noche llegó a casa un poco cansado por el viaje, pero con una mosca detrás de la oreja por Mar la chica que había conocido ese mismo día. 
Pasaron los días y no volvió a tener noticias de ella. Una tarde aburrido en casa y poniéndose a ver fotos que había sacado con su móvil vio una puesta de sol y sin quererlo pensó en ella. Y se la envió con un mensaje: "Aquí solo faltas tú". Como machito que este era decía que era para hacer el tonto, pero solo se la envió a ella a nadie más. Y tras su apariencia de que todo le resbala y de que los sentimientos a él no le afectan el corazón le comenzó a palpitar a más velocidades por segundo que de costumbre, estaba nervioso por su contestación. Pues sí, la contestación tardó en llegar pero mereció la pena. Tras varios días y problemas personales de esta atractiva chica, Óscar no dejaba de preocuparse por ella y por su felicidad. Esta le invitó a tomarse unas cervezas en muestra de agradecimiento por su apoyo incondicional aunque en realidad no se conocieran de nada. 
Tras varias citas, la chipas surgió y aprovecharon esa oportunidad de coger ese amor que nunca llega tarde. Porque cuando las cosas no las buscas surgen y en lugares o situaciones inesperadas. Porque quién diría que un soleado domingo nuestro Óscar iba a encontrar a su chica de camino al aeropuerto. Alguien dijo alguna vez que nunca era tarde para el amor. Gran verdad. 


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