jueves, 29 de septiembre de 2011

Real como el cartón.

Un día mis amigas y yo, como de costumbre, estábamos hablando de tíos. Y sin quererlo salió su nombre, Victor. Nada más escucharlo una sonrisa salió de mi boca y mi amiga Carmen se dió cuenta. No tuve más que confesarlo. Me gustaba, me molaba mucho. Sería por su alegría, su salero natural, sus ojos azules, su altura, el tatuaje del brazo. Aunque todavía no había tenido la oportunidad de conocerlo más y saber como era por dentro, lo de fuera me encantaba. 
Pasó un tiempo y de repente llegaron las fiestas de su pueblo, y allí que fuimos. No nos perdíamos ninguna fiesta la verdad. Y ¿cuál fue mi sorpresa? Que él también se fijó en mí.
A los días, otra vez de fiesta, me enteré de que también le había entrado por los ojos y de repente, sin ninguna explicación mi corazón empezó a ir más rápido, como con unos nervios muy extraños. Aunque tuviera en mi cabeza a Victor también tenía a Pablo, mi gran amor. El que seguramente sería mi hombre y lo sabía. Pero la distancia hizo muchos estragos y la cosa no se podía sostener más. Pero seguía y sigo enamorada profundamente de él y no veo el momento de volverle a ver. Bueno a lo que íbamos, que me voy por las ramas. Entonces pensé si merecía la pena el chaval y si en vez de esperar a que el verano volviera a comenzar, para ver a Pablo, le diera una oportunidad. Y elegí la segunda opción. 
Nos dimos los números y hablamos por mensajes, pero nada más. Aclaramos las cosas y los dos teníamos claro que nos gustábamos y que por lo menos querríamos intentarlo. Y eso fue lo que hicimos. 
Nos lo pasamos genial, nos complementábamos de maravilla, me alegraba las mañanas, tardes y noche con esa sonrisa tan maravillosa y sus palabras pastelosas. Pero le quería y poquito a poco Pablo tomó un segunso plano. 
No me arrepiento en ningún momento de haber elegido esa tarde de Septiembre. Haber quedado con él por primera vez. Aunque lo pasé bastante mal, nervios y eso... Porque tengo 16 años y no tengo que estar viéndolas venir sino que cojer ese tren y aprovecharlo al máximo.
Porque el amor llamó a mi puerta o mejor dicho, a mi corazón.


Te quiere, Laura.

1 comentario:

  1. No hay palabras que expliquen como el corazón... y el mío ni siquiera sabe cómo decirte lo que representas para mí Marta.... es... absolutamente incríble.... y la puedo leer 5 veces más, que volveré a llorar. Eres espectacular. Te quiero.

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