domingo, 15 de enero de 2012

Tempus fugit


La vida como todo sabéis se acaba, lo sé es muy triste y yo lloro cada vez que me acuerdo. Muchas veces presenciamos nacimientos, esos momentos de felicidad en el que una nueva personilla que ni llega a los 3 kilos te hace feliz. Pero hoy, por desgracia me ha tocado vivir el momento en el que una persona se va. Lo sé es normal, la vida es así, pero una nunca se acostumbra a ver un ataúd bajar por las cuerdas y a tus amigos llorar.

No sé si después de esto hay un lugar azul, muy muy arriba de aquí en dónde todo es perfecto, como con un sentido angelical. No sé si hay un tío diciendo quién puede o no entrar, o si hay unicornios y nubes por todos los lados. Tampoco sé si alguna vez nos reencarnaremos y seremos mosquitos, o rocas, o nuevas personas. No sé si detrás de la muerte hay algo más pero lo que sí que sé es que esa persona no ha muerto. Aún sigue aquí en la tierra, dando calor y protección a sus familiares. Su recuerdo, sus actos, sus bromas, su cariño y sobre todo sus hijos, nietos, amigos siguen aquí recordándola día tras día. 

Ceniza somos y en cenizas nos convertiremos, siempre lo hemos sabido pero nunca estamos preparados para decir adiós a alguien importante en tu vida. Así que ya sabes, que esta vida termina, claro que lo hace y mucho más rápido de lo que nos pensamos. Es hora de perdonar, de no ser tan gilipollas, de no perder el tiempo con esas personas que no lo merezcan y menos hacerles un hueco en nuestra vida, ser felices, divertirnos y sobre todo construirnos una vida de la que poder estar orgullosos. Y que cuando llegue nuestra hora haya personas que cojan nuestro ataúd y nos lleven a dónde nunca despertaremos. Y que para muchas personas no muramos, estemos mucho mucho tiempo en su corazón. No pido más.


No hay comentarios:

Publicar un comentario