lunes, 16 de enero de 2012

Me bebí la razón, me fumé el corazón.

Las cosas serían mucho más fáciles si los días en los que entras en depresión no lloviera tanto. Todo sería mucho más fácil si fueras superdotado y los estudios te la resbalaran, todo sería mucho más fácil si estuvieras tremenda, de estas chicas que paran por la calle, que podría elegir entre cien chicos diferentes hasta encontrar al semi perfecto. Todo sería más fácil si mi orgullo y mi carácter no hubieran aparecido en nuestra relación. Todo sería mucho más sencillo si los celos, desconfianzas, mentiras fueran tan solo hipótesis. Todo sería más fácil si hiciera un poquito más de caso a las personas que me importan. Todo sería más sencillo si no me entregara tanto, todo sería más fácil si dejáramos sueltas a las mariposas del estomago cuando por fin le vuelves a besar. Todo sería más fácil si no te temblara todo el cuerpo cada vez que estas a unos centímetros de él. Todo sería más fácil si el olvido sí fuera una opción y no la lucha. Todo esto sería más fácil si no amara al amor y lo que ello conlleva. 


Sí, todo sería más fácil. Pero todos sabemos que las cosas sin riesgo y sin pasión las abandonamos, nos aburrimos y las dejamos tiradas. Las cosas fáciles no nos gustan, nos gusta recorrernos el camino largo, sufrir para conseguir las cosas, y sentirte orgullosa de tu premio, de tu esfuerzo. Este es el jugo de la vida. Ese jugo con el que bañamos todos nuestros momentos. La vida no es fácil, es muy jodida, y por eso la disfrutamos tanto.

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