Porque eso no es lo que me da miedo. Estoy aterrada por tomar decisiones que hagan que mañana ya no pueda cambiar, miedo a que pase el tiempo y que de buenas a primeras este mirando los sofás de mi casa nueva. Miedo a ver una sonrisa falsa o una mirada despedazada de dolor. Escuchar un "Esta tarde tenemos que hablar" o de recibir una carta diciendo que no es por mí, sino por él. Miedo a buscar colegios y canguros, y pensar en un lugar para vivir cuando no tengamos pulso para sostener la mano.Y, de pronto, todo este terror se empieza a disfrutar como looping de una montaña rusa. Y, eso, es la felicidad.
- No nos gusta tener una cosa y a la vez perder otra, pero lo cierto es que casi todo en la vida consite en eso: Ganar perdiendo.
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