martes, 15 de mayo de 2012

Llama al sol.

Dicen que enamorarse es como un juego, con mareos iniciales. Aunque cuando este ya haya acabo lo único que quieres es más y más. También dicen que el amor es como un autoreflejo, como sonreír, respirar o tener miedo. Tengo que reconocer que nunca fui una niña temerosa. No era de las que creían en el "Coco" o en el monstruo de debajo de la cama. Desconocía de la existencia de vampiros y fantasmas. Podía enfrentarme con las niñas que hacían que llorara y no tener miedo a que me quitaran el bocadillo en el recreo. Y así hasta hoy. Segura de poder coger un amago, avanzar un callejón vaciando el cargador.
Porque eso no es lo que me da miedo. Estoy aterrada por tomar decisiones que hagan que mañana ya no pueda cambiar, miedo a que pase el tiempo y que de buenas a primeras este mirando los sofás de mi casa nueva. Miedo a ver una sonrisa falsa o una mirada despedazada de dolor. Escuchar un "Esta tarde tenemos que hablar" o de recibir una carta diciendo que no es por mí, sino por él. Miedo a buscar colegios y canguros, y pensar en un lugar para vivir cuando no tengamos pulso para sostener la mano.Y, de pronto, todo este terror se empieza a disfrutar como looping de una montaña rusa. Y, eso, es la felicidad. 


- No nos gusta tener una cosa y a la vez perder otra, pero lo cierto es que casi todo en la vida consite en eso: Ganar perdiendo.

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