viernes, 7 de octubre de 2011

Me encuentro tan bien, que no te lo creerías.

Era un viernes, un viernes eterno, un viernes más largo de lo normal. Las clases se hicieron kilométricas y aburrídisimas. Sería por las ganas que teníamos de lo que en unas horas iba a ocurrir.
Sonó el timbre y automáticamente la cara se nos iluminó y nos salio una sonrisa de oreja a oreja. Acababa de empezar oficialmente el fin de semana tan deseado para todos. Pero seguro que nuestro viernes no fue como el de ninguno de los chicos de nuestro instituto. Habíamos quedado en ir a comer en casa de Melisa, una vegetariana monísima y genial.
Nos dirijimos hacia su casa. Y como si unas compañeras de piso se tratara nos pusimos a hacer la comida y contarnos nuestras vidas un poco más a fondo. Nos enteramos de cosas impensables, de secretos ocultos, de situaciones con los novios, recuerdos de las fiestas de nuestras vidas, hicimos un escáner a todos los chicos que se cruzaron por nuestro camino, gustos, pesadillas, anécdotas... Todo esto con el fondo musical de Pasión de Gavilanes, no preguntéis, son cosas de Judith.
Es curioso como una persona puede llegar a ser tan feliz con un pollo, tres pizzas, judia verde, y ellas, mi vida entera.

Laura, Paula, Judith, Melisa y Marta.





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