martes, 30 de agosto de 2011

Que pronto se acaba lo bueno.

Llevo unos días pensando sobre este curioso tema. La gran mayoría de mis amigas quieren que el verano termine, volver a una rutina, tener un poco la vida planificada, cosas que hacer, asuntos estables y yo no sé que pensar. Más bien me da pena dejar este verano, no quisiera que nunca terminara. Pero todo lo bueno se acaba y eso es lo bonito.  
El verano se va alejando poquito a poco, sin darnos cuenta. Dejamos atrás todas esas noches calurosas, esos baños, las tardes de piscina achicharrándonos bajo el sol, levantarte a las 12 de la mañana como muy pronto, no hacer nada en todo el día, solo disfrutar, irte de fiesta un sábado sí y otro también, encontrar a gente maravillosa que te dejará marcada, encontrar a tu pareja ideal, enamorarte, desenamorarte igual de rápido que te habías enamorado, olvidar las cosas y empezar de nuevo. Un verano inolvidable y genial a partes iguales, la verdad.
Pero en un punto si que les doy la razón a mis amigas. El invierno, esos días fríos, nublosos, pero alegres. !Y se pasan volando! Porque en realidad echo de menos un poco de frío en mi vida. Las noches con café en mano y viendo como la calle se hiela. El calor de tu casa, congelarme en la moto, ir a padel muerta de frío y llegar a casa empapada de sudor, salir con mi bufanda y mi gorro a comerme el mundo, la nieve... 
Porque en realidad me gustan las dos cosas. Me gusta la rutina y la libertad. Las cosas guíadas y las locuras improvisadas. ¿Porque hay que elegir si podemos tener todo?


No hay comentarios:

Publicar un comentario