sábado, 28 de mayo de 2011

Un día como otro cualquiera.

Estaban ellos dos, como cada mañana de Lunes desayunado juntos en un café de la zona, pero ese día no iba a ser como los de siempre:
-Tenemos que hablar.
-Dime cariño.
-Lo siento Cintia, pero esto no es como antes. Ya no me entran ganas de besarte, de tocarte, de sentirte. Ya cuando estoy en el trabajo no cuento las horas para verte...
En ese momento ella con lágrimas contenidas en los ojos por lo orgullosa que ella es, le dice:
-Jorge, dime que te he hecho, que ha cambiado. ¿Te estoy agobiando mucho?
-No, no es por eso. Es por mí nose que me pasa. Pero seguro que encuentras a una persona que te quiera como el que más y que tú te lo merezcas.
-Yo no quiero a ningún otro yo te quiero a ti.
-Lo siento,Cintia.
Y sin mirarle ninguna vez más a esos ojos que le enamoraban se fue de ese cafe con el corazón en el puño. Durante el camino no paró de mirar hacia atrás porque ella, injenua, pensaba que Jorge se hubiera arrepentido y le dijera que era la mujer de su vida y que no le dejara jamás. Pero eso nunca pasó.






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