jueves, 8 de diciembre de 2011

Some things don´t change.

"Daría cualquier cosa por volver a esos momentos, todo a cambio de un segundo juntos, porque cuando todo empieza a ir mal lo único que deseo es volver a tu lado y abrazarte fuerte...
Quiero volver a esos días donde sólo hacía falta una mirada para hacernos sonreír, donde el tiempo pasaba sin que nos diéramos cuenta y todo lo demás no importaba, sólo nosotros. Y quiero hacer de estos días junto a ti momentos que no pueda olvidar jamás...
Tienes esa magia en la mirada que me hace no poder mirar a nadie más, esa magia en los labios que me hace extrañarlos cuando no los puedo besar, esa magia en las manos que al recorrer mi cuerpo y me hacen volar... Y es que no hay nada más mágico que un segundo a tu lado, porque MAGIA eres tú."

Y te aferras, te agarras muy muy fuerte a tus excusas. Sabes que no tienen sentido pero te da igual. Da igual que te lleves a cientos de personas por tu lado, que las destroces y machaques, tienes que salirte con la tuya. ¿Sabes? alguien alguna vez me dijo que el que tiene el poder, las riendas de una relación es el que menos siente. El dominante ríe, está jubiloso de felicidad, nada le importa, todo le resbala, no tiene preocupaciones ni idas de cabeza solo es feliz sin importar el que tenga al lado. En otro lado se encuentra el sumiso, el pasivo, el enamorado. Este ríe, claro que lo hace, pero solo cuando está junto a él, tiene muchas preocupaciones, demasiadas. ¿Dónde estará? ¿Con quién? ¿Que estará haciendo? ¿Se acordará de mí? Preguntas retóricas, carecen de repuesta ya que no tienen. Son preocupaciones innecesarias pero imposibles de contenerlas. Te poseen y te hacen entrar en un bucle de locura. Los días sin esa persona se hacen eternos. Se puede llamar que hay un cierto acoso por parte del sumiso, le necesita, le necesita a su lado. Y este no se aferra a excusas estúpidas, no. Se aferra a momentos vividos, a noches felices, a noches de amor. Este, aunque parezca triste, solo y únicamente es realmente feliz con sus labios ocupados o con su hombro sujetando el peso de su brazo.

Te aseguro que este no será el chico de tu vida.

Un amor se olvida en dos días, un amor grande en dos semanas... Pero una amor enorme, un amor enorme te cambia la vida.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Las cosas son realmente fáciles.

Solo te pido unas cositas de nada: Hazme sentirme bien, haz que de mi boca salga una sonrisilla tonta todo el día, haz que muera por ti, haz que cada día tenga más ilusiones, más sueños. Haz que esta chispa nunca se muera, haz que nunca seamos una rutina, haz que nunca nos aburramos uno del otro. Haz que cada día quiera levantarme con el pie derecho, haz que nunca mire atrás, haz que este orgullosa de nosotros. Haz que me de igual todo, haz que no quiera ver otros labios, ojos, orejas que no sean las tuyas. Haz que las noches nunca acaben, haz que chille tu nombre a todo el mundo sin que me importe el que dirán. Hazme sentirme única y especial en todos los sentidos, hazme sentir como una niña de doce años con su primer amor. Haz que tengamos miles de primeras veces, haz que las montañas no sean tan altas y que el invierno no sea tan frío. Haz que las noches sin ti no sean tan largas. Hazme feliz y sobre todo haz que me vuelva a enamorar.
"Ese amor del que ya pocos quedan"

martes, 6 de diciembre de 2011

Este momento.




Ya son demasiadas llamadas sin respuesta, miles de mensajes poniendo un te quiero no correspondido. Millones de palabras expulsadas por la boca sin ningún sentido, sin ningún receptor. Claro que se las lleva el viento, no hay nadie que las coja y las meta en sus orejas. Ya son demasiadas esperas, muchas lágrimas sin importancia, muchos paseos solitarios en busca de su mano. Son demasiadas imaginaciones y planes y poco recuerdos. Pocas horas juntos, pocas sonrisas...
Son tantísimos planes rotos, tanto sufrimiento, tantas idas de pinza, tantos cambios de opinión, tantos autocombencimientos por mi parte.  Tantas tardes en casa esperando a que llamara a la puerta o a que sacara diez minutos para llamarme. Haberme rebajado tanto por un poco de cariño.
Son muchas promesas, muchas lunas en mis manos, mucho amor irreconocible. Muchas excusas, muchos viajes, muchas tontadas. Muchos sin sentidos. Muchos yo y pocos él.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Solé.

Salí corriendo de casa. Me puse corriendo mi gabardina, los guantes y mi enorme bufanda marrón chocolate. Salí a la calle, los coches estaban congelados y hacía tan solo tres grados. Tenía un largo viaje por delante. Me marchaba por un año a Chicago a trabajar en un periódico americano. El taxi estaba esperándome a la vuelta de la esquina. Saqué una por una las maletas, lo menos veinte. Y mientras el taxista las iba metiendo en el maletero miré atrás. Vi mi casa, mi pisito de soltera. Humilde pero muy acogedor, tenía un toque especial y único. Tenía mi aroma y mis gustos. Vi todas las veces que salí por esa puerta apolillada, la gente que entró y salió por esa misma puerta. Las alegrías y las penas que había tenido durante esos años en ese piso. Tantos, amigos, tantos chicos, tantas borracheras, tanto trabajo, tantas desilusiones...

Me disponía a salir. Estaba triste. Echaba en todo momento la vista atrás pensando que él volvería diciéndome: Carla no te vayas, te necesito aquí al lado mío. O verle con tropecientas maletas acercándose a mí. Él era la única razón por la que me había planteado dejar pasar la oportunidad de mi vida. Pero no apareció. No sería tan importante para él, como él lo fue para mí. En ese momento me dí cuenta. Todo mentiras, todo sonrisas falsas, todo ilusiones engañosas, todo estrellas fugaces. Y pensar que casi no me voy por él.

Me monté en el taxi. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Estos estaban hinchados. La tarde anterior fui a casa a despedirme de mi familia y no fue nada agradable la verdad. Les iba a echar muchísimo de menos. Son uno de los pilares de mi vida y ahora no iba a poder coger el coche e ir a verles, a pedirles consejos, a que me pongan su hombro cuando esté llorando.

El viaje comenzó. Pasamos por muchos lugares conocidos para mí, por ejemplo: el bar donde celebré que ya era oficialmente periodista, la discoteca donde conocí a Dani, la tienda dónde me compraba mi magdalena de arándanos y mi café con leche todas las mañanas, por el quiosco dónde compraba todas las semana mi tabaco y las revistas de moda. Pasamos por la tienda dónde me compre mis primeros Louboutin, tengo gustos caros lo sé. E irremediablemente para llegar al aeropuerto teníamos que pasar por el puente Solé. No era un puente cualquiera. Era nuestro lugar preferido en el mundo. Dónde pusimos unos quince candados. Y os preguntareis  ¿Para qué tanto candado? El ayuntamiento los arrancaba y los tiraba al río. Allí comíamos palomitas y dábamos de comer a las palomas. Allí me lo volví a encontrar después de un año sin volvernos a ver. El destino me parece que se llama. Desde allí veíamos las puestas de sol y nos adentrábamos juntos en la noche. Allí me dijo por primera vez que me quería, y que yo era especial, diferente a las demás. Allí estuvimos muchas horas, demasiadas quizás. Era nuestro puente, nuestro lugar, nuestro amor en forma física. Pero allí ya no quedaba nada de lo que antes había. Ahora estaba todo sombrío, con mucha niebla, casi no se veía. No había ni un alma cruzándolo. Yo creo que nos echaba de menos, que al igual que yo estaba triste y necesitaba su presencia.


Pero las cosas no duran para siempre, de ahí lo bonito. Yo me fui. Cogí el avión y me fui, hacia mi futuro, hacia mi Chicago. El pasado, pasado está. 

No hay que dejarse influenciar por lo que otros puedan pensar o decir de ti.


Te levantas, el resol te ha despertado. Miras por la ventana, todo está blanco. No te ha despertado el resol, no. Te ha despertado ese brillo especial que tiene la nieve recién caída en la carretera y en la copa de los árboles. Y como una niña sonríes, sacas una sonrisilla tonta. Sí sabes que tienes 16 años pero todavía te sigue haciendo ilusión ver la nieve. Llamas a tu hermano corriendo, quieres ver su cara de felicidad. Sigue nevando. Y aunque haga menos de dos grados sales al balcón, quieres que los copos te toquen y te demuestren que es verdad, que el invierno y el frío han vuelto.
Tus amigas te llaman. Habéis vuelto ha quedar como todos los años para jugar con la nieve. Suena infantil pero ¿Que importa? Me siento feliz. Que gusta ir corriendo por la nieve virgen, tirarme al suelo y empezar a hacer un ángel, tirarme bolas de nieve y hacer un muñeco también. Sí seremos ya unos pequeños adultos, pero dentro seguimos y nos aferramos a ser niños, y a no crecer. El mundo de los adultos está lleno de problemas, desde aquí bajo las cosas se ven más bonitas, más fáciles.